jueves, 2 de agosto de 2012

Memorias del Barro. Coro y La Vela. Venezuela


Ojos de barro
 Coro y su Puerto de La Vela

Patrimonio de la Humanidad

José Millet, editor

Enna Zavala, co-autora














                                    Instituto de Cultura del Estado Falcón
                                   Centro de Investigaciones Socioculturales
                                                            Coro, 2012.





INDICE

Presentación a cargo del editor del Atlas Etnográfico del Estado Falcón, Lic. José Millet
I.- Lengua del barro: La historia contada por las casas.
Historias de Barro, Casas de Vida
Maestros Artesanos del Barro, Coro y La Vela.
MEMORIAS DEL BARRO
II.- MEMORIAS DEL BARRO
La teja, los tejares.
Escuela del barro….
El barro: resistencia.
La historia de las casas de barro contadas por los artesanos
El Coro de los ricos y los pobres.
Ambientes del Coro de ayer.
Costumbres, normas y valores.
Hablan las casas.
El Bahareque
Del barro de los pobres a . . .
De corianos y de barro
Técnicas constructivas en la ciudad de Coro
Artesanía
III.- ACERCA  DEL BARRO.
CONVERSACIÓN CON EL  MAESTRO  JESUS “CHUCHO” COELLO
(TRABAJO DE INVESTIGACIÓN REALIZADO POR ENNA ZAVALA, JOSÉ MILLET Y  LAS PASANTES DE LA UNEFA  NORELI CALATAYUD Y CAROLINA  SUÁREZ.)
ALUMNOS Y  AYUDANTES DEL MAESTRO “CHUCHO COELLO”.
Glosario del barro, materiales correlacionados y de algunos usos.
IV- PROCESOS PRODUCTIVOS
Casa de Bahareque Coriano (Yayo García)
Revestimiento de Paredes
Elaboración bloques de Adobe
Vida Cotidiana de Chucho Coello
Vida Cotidiana de Chucho Morillo
Vida Cotidiana de Eduardo Guanipa
V.- Anexo:? Por qué no se caen las casas de barro en Coro y Falcón?, por José Millet
VI.- Fuentes orales y documentales consultadas
VII.- Ficha de los autores


ATLAS ETNOGRÁFICO CULTURAL DEL ESTADO FALCÓN
Volumen II:
Edición, selección de textos, notas y Prólogo: José Millet
Investigación de campo y de documentación: José Millet y Enna Zavala,
Derechos de explotación y reserva legal del Instituto de Cultura del Estado Falcón, de
conformidad con lo resuelto en el artículo 59 de la Ley sobre el derecho de autor. Esta
obra no puede ser reproducida, parcial o totalmente, por ningun medio de reproduc-
ción, sin consentimiento escrito de la Institución.
@INCUDEF 2011. Obra producida por el Instituto de Cultura del Estado Falcón a través
del Centro de Investigaciones Socioculturales (centroinvestigacionesincudef@gmail.
com) de INCUDEF en concertación y acuerdo suscritos con el Instituto Cubano de An-
tropología (ICAN) y el Centro de Investigaciones Antropológicas, Arqueológicas y Pa-
leontológicas (CIAAP) de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda y
con la colaboración de la Gerencia regional del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Fotos tomadas por:  José Millet, .
Selección de fotos: José Millet y Enna Zavala.
Diseño gráfico, diagramación y maquetación: Elmer Miguel Ayllón
Revisión y corrección de estilo: Gregorio Meléndez
Levantamiento de textos: José Millet y  Enna Zavala.
Instituto de Cultura del Estado Falcón, INCUDEF
Presidente: Simón Petit
Calle Ampíes, Edificio Santa Rosa,
Coro, Estado Falcón. República Bolivariana de Venezuela.
Telefax: 02682528578
www.incudef.com
Gobernación Bolivariana del Estado Falcón
Gobernadora: Lic. Stella Lugo de Montilla
Hecho el Depósito Legal: LF 70920083382018
ISBN: 978-980-12-3437









Presentación

Con el presente cuaderno continuamos las publicaciones impresas y digitales resultantes del Atlas Etnográfico Cultural del Estado Falcón-Venezuela,  en el que venimos trabajando desde el año 2006, a partir de la firma de convenios con el Instituto de Antropología de Cuba, que brindó valiosas herramientas metodológicas, y con otras instituciones de la región, como la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM) y la gerencia local del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). La invitación a involucrarse fue extendida a cuantas entidades realizan estudios en el Estado, incluyendo a la Fundación para el desarrollo de la ciencia y la tecnología (FUNDACITE-Falcón). Como valor agregado a la utilidad de la producción de conocimiento, que es el objeto principal de nuestra labor, llamamos la atención acerca de la perentoria necesidad de que las comunidades participen activamente en el proceso creativo del Atlas, en razón de que son ellas el objeto y el sujeto protagonista del quehacer de su memoria colectiva y también de su recuperación, y quienes están mejor preparados para enfrentar los factores que actúan en favor de su debilitamiento y deterioro.
El equipo de nuestro Centro de Investigaciones Socioculturales (CISC), integrado inicialmente por los Asistentes a Promotores Culturales Eduardo Concepción y Oscar Lázaro, la TSU Enma Zavala,  el folklorista Luis Cazorla y el TSU en turismo Enzio Provenzano, estos dos últimos del Departamento de Cultura Popular de nuestro Insrti8tuto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF), se ha aplicado  paciente y laboriosamente, mediante eventuales investigaciones de campo y entrevistas, a manera de insomnes abejitas, a acopiar información y documentación relacionada con los bloques temáticos de que se compone la obra. A partir de sucesivos esquemas del Atlas, esa data ha sido alojada en uno de los ordenadores del CISC a la espera del servidor prometido por el Centro de Informática de la Gobernación del Estado Falcón, donde quedará alojada definitivamente para que nos sirva del material imprescindible del que partiremos para seguir construyendo el Atlas. Esa data nos ha permitido elaborar algunos materiales, que fueron entregados a la Fundación para Telecentros Educativos (FUNDATEC), organismo encargado del diseño digital del Atlas y de su alojamiento en la web.
Partiendo de esta definición de que el Atlas es, en primer término, una base de datos, hemos ido echando mano a sus contenidos para publicar algunos materiales en la web  (vid, por ejemplo, el sistema de blogs www.aliprimerajosemillet.blogspot.com www.archivocubano.org y www.afrocubaweb.com). Simultáneamente, hemos ido construyendo dos de los primeros cuadernos para su ulterior impresión: uno relacionado con la vida de Alí Primera y, el otro, acerca de las celebraciones festivas, tanto de las tradicionales como de las populares, publicados ambos en blog, redes sociales, sitios educativos y en una web site enteramente dedicado al Atlas….
Ahora, con la presente publicación, ofrecemos el testimonio de los más importantes Maestros del barro de Coro y su Puerto Real de La Vela, ciudades incluidas por la UNESCO en su Lista de Patrimonio de la Humana precisamente por los saberes asociados a este material y a su empleo en sus edificaciones más emblemáticas de arquitectura civil. A partir de esa valiosísima información obtenida mediante entrevistas y observaciones de campo realizadas en diferentes situaciones en que los hemos visto actuar en diversos escenarios tanto públicos como privados, hemos construido el presente documento que cuenta la historia de muchas casas levantadas, reconstruidas o mantenidas mediante conocimientos ancestrales, técnicas y métodos que garantizan su preservación y transmisión a las presentes y futuras generaciones de venezolanos. Estamos conscientes de que han quedado fuera de este texto muchos otros que, con igual valor, estamos obligados a incorporarlos en ulteriores entregas. Quedamos en deuda con quienes nos han ofrecido sus testimonios los que hemos registrado en nuestras libretas de investigación de campo y en ocasiones grabado a fin de usarlos en otras publicaciones. Este rico material es acompañado de los procesos productivos de elaboración de bloques de adobe y de bahareque, así como el la celebración del único carnaval del barro que se realiza anualmente en la ciudad portuaria de Cumarebo. Finalmente, ofrecemos una visión a la vida cotidiana de algunos de estos artesanos, a quienes agradecemos nos hayan permitido compartir su intimidad a fin de estudiar el uso del tiempo y la recreación durante la semana.
Lic. José Millet,
Jefe del Centro Investigaciones Socio-Culturales del INCUDEF

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MEMORIAS DEL BARRO:

Coro y La Vela, asentamientos  urbanos del Estado Falcón-Venezuela.   

Por José Millet

¿Hombre del barro?
I.- Lengua de barro: la historia contada por las casas.
El barro se asocia casi siempre con un material útil empleado en la construcción. En efecto, lo es, pero su alcance desborda el cauce de las edificaciones hechas con él para abarcar la vida humana en su conjunto: con barro no sólo se edifican casas de vivienda, en las que se coloca una variedad muy numerosa de objetos elaborados también con él, como la cacharrería que incluye platos, cucharas y tinajas donde se alberga agua que se mantiene a temperaturas muy bajas, que sabemos disfrutar quienes vivimos en territorios áridos como éste de Curiana y sus alrededores, llanos,  serranos o costeros. Asimismo, son elaboradas las construcciones auxiliares que en ocasiones son extensión de la vivienda o situadas fuera de ella para cubrir necesidades, como las de albergar útiles domésticos, instrumentos de trabajo, animales de corral o frutos de alguna cosecha. Sería de interés para el público que lee nuestros trabajos conocer que hay platos que se elaboran con barro, con gratificaciones de alto nivel, como el confeccionado por la señora Betty Sánchez, en el mirandino poblado de Mitare. Y esto para no salirnos de la ecología humana, no exenta de relación con especies de animales, como esta de los pájaros que construyen sus nidos, es decir, su hogar para regenerar su especie y criar sus hijos con el material que nos ocupa.
El barro alcanza espacios simbólicos en ocasiones impensados y mucho más inexplorados, como el del comportamiento festivo propio del caribeño, donde se pueden mostrar casos de la importancia de los pueblos brasileño, de Trinidad Tobago y de la propia Cuba, por citar algunos de interés mundial. En Trinidad se conserva la tradición, que se remonta al siglo XVIII, de embadurnarse los cuerpos con este material para desplegar el jolgorio, a imitación de lo que hacían los antiguos amos o dueños de la plantaciones de azúcar con la melaza, disfrazándose incluso de esclavos. Pero en ninguno de estos países, que sepamos, tiene lugar un “carnaval del barro”, como se realiza en el poblado marino Puerto Cumarebo, del Municipio Zamora ubicado en  el Estado Falcón. En él son elegidos y proclamados el rey, la reina y sus acompañantes, en el corazón del propio barrio creador de esta manifestación recreativa que lo ha sabido preservar a pesar de muchas circunstancias adversas. Luego de presentados los “soberanos”, arranca la música interpretada por agrupaciones y la fiesta se prolonga hasta que alcancen las energías de los vecinos.
Resulta muy importante para los estudios etnográficos disponer de una información preliminar en torno a la vida cotidiana de personas situadas en lugares prominentes de los procesos socioculturales objeto de interés científico. Es el caso de los diagramas incluidos aquí, que registran lo manifestado por los Maestros artesanos Jesús Chucho Coello y Jesús Chucho Morillo, con quienes hemos establecido una relación muy dinámica que nos ha permitido un acercamiento a sus vidas que en algún momento deberá ser completado para que sirva de antecedente útil a futuras investigaciones. Igual lo es la completada al veleño Luis Morales por Carolina y Norely, estudiantes del grado Técnico Superior Universitaria (TSU) de la carrera de turismo de la Universidad de las Fuerzas Armadas (UNEFA)  que hicieron su pasantía en nuestro Centro de Investigaciones.
En cuanto a este último asunto, queremos llamar la atención que detrás o dentro del barro está la presencia del hombre, sus manos y cuerpo moviéndose al unísono de su mente en la dirección del conocimiento, el ejercicio de sus habilidades manuales y físicas en general, así como en la aplicación de saberes relacionados con el influjo de los planetas en el ámbito de la Naturaleza en que se desenvuelve y, en primerísimo lugar, de los elementos de ésta, sus cualidades y relaciones, indispensable para su empleo óptimo desde el punto de vista económico y social. Es decir, nos estamos centrando en el espacio de la subjetividad propia de los seres humanos, la que le permite aplicar o adaptar el legado heredado de las generaciones precedentes. Por eso he escrito y discutido en varios escenarios situados en diversos sitios de la geografía venezolana, lo impropio e incorrecto que sigue siendo referirse al barro como mero material de construir casas. Donde estoy parado, la ciudad de Coro y su puerto real de La Vela, son Patrimonio de la Humanidad porque el barro distingue al coriano más allá de cualquier otro gentilicio de la venezonalidad por su relación orgánica, creadora y duradera con el barro, sus cualidades y potencialidades, llevadas a un uso tan particular que hace de la corianidad una de las identidades culturales mejor definidas, consistentes y atractivas de cuantas he conocido en mi azaroso peregrinar por el mundo caribeño. Ideas como ésta deben ser sometidas a discusión y cuando sustentan hipótesis, suficientemente respaldadas con evidencias consistentes.
En marzo del año 2005, asumí el cargo de Jefe del Centro de Investigaciones Socioculturales en el Instituto de Cultura del Estado Falcón. A partir de ese instante, tomé conciencia de que me enfrentaba a una tarea  a la que debía hacer frente en el rango de máxima prioridad: la de saber por qué la UNESCO había inscripto estos dos “enclaves” en su famosa lista patrimonial mundial y cuál era su verdadera situación actual. La indiferencia de muchos corianos y hasta incluso su rechazo a las casas de barro, el deterioro y el derrumbe sistemático de éstas me indicaban a las claras que desde nuestras obligaciones como entes públicos se trataba de una responsabilidad estar preparados para dar respuestas a quienes me lo preguntaran o a los organismos encargados de tomar decisiones acerca de qué hacer para modificar la apatía, el desgano y la actitud de desatención prevalecientes, socialmente hablando, en el medio circundante. Desde entonces y hasta el presente había que transitar desde el “mundo del barro” hasta los sujetos creadores que lo sustentan: los artesanos y Maestros que han dedicado sus vidas a construir, mantener, reparar y  conservar el patrimonio edificado, así como esa otra parte que está tras de él: los saberes.
En el presente Cuaderno de Avances del Atlas titulado “Memorias del barro” nos ha parecido prudente concentrarnos en los artesanos de dos asentamientos urbanos: Coro y su puerto real La Vela, con el ánimo de cobrar fuerzas y seguir  avanzando en la meta de elaborar los cuadernos pautados en el año, dedicados a Alí Primera, a los sistemas productivos y formas de intercambio de bienes en la Agricultura serrana y, el último, a las tradiciones musicales. Pero conste que, como lo hemos dado a conocer en Internet, este tema lo hemos tratado en cada una de las locaciones visitadas en la región falconiana. Es lícito para la Etnografía concentrar su atención en una comunidad—en este caso la coriana—y en algunos de sus miembros a fin de elaborar ideas, formular hipótesis y situarse en un escenario privilegiado para obtener la información indispensable para probar su validez o desecharla por inconsistentes. Estamos, pues, plenamente conscientes de las insuficiencias que cargamos, en ocasiones dictadas o producidas por inconvenientes y limitaciones, más que por comodidades a las que hemos tenido que recurrir para evadir riesgos mayores.
Nos complace mucho poder llevarles el testimonio de alguien que venía trabajando
Historias de barro; casas de vida…
Fue así como, para lograr clarificar tales objetivos de trabajo, entre los días 17 y 18 de abril del año 2007, participamos en el encuentro “Casas de barro; historias de vida”, organizado por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), del Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela y apoyado por la UNESCO. Luego de dos años de haber desarrollado un trabajo de investigación de campo en  uno de los barrios más tradicionales de la región, resultaba obligado el encuentro con un tema de excepcional importancia por más de una razón y el que habíamos aludido de pasada en el libro La Guinea, barrio afrocaribeño de Coro, resultante de ese estudio sociológico y publicado por el Instituto de Cultura del Estado Falcón precisamente en el año arriba referido. Habíamos estado insistiendo en que en el Atlas Etnográfico del Estado Falcón, en cuyo diseño conceptual veníamos trabajando para la fecha junto con el Instituto Cubano de Antropología (ICAN), queríamos introducir un concepto totalmente distinto de la cultura hasta el presente manejado por las instituciones públicas que se dedican a este tipo de servicios. Queríamos, y trabajamos desde entonces en ello, en que por encima de las “bellas artes” y sus representaciones escénicas, saliera a la luz y ocupara totalmente su justo lugar el sujeto colectivo al que se le denomina pueblo,  creador de las tradiciones culturales con que aquéllas habitualmente se operan desde los centros burocráticos de la administración pública o privada. Debajo del puente han pasado las aguas de dos años y aquel memorable evento sigue latiendo como el mismo brío que se concretó en el artículo que ahora retomo, luego de haberlo publicado en la revista quincenal de cultura alternativa Encontrarte (nro.68, julio 2007) y también en www. archivocubano.or
2.- Con los Maestros Artesanos del Barro de Coro y La Vela
Propiciado por el encuentro, resultó un honor compartir  con los Maestros Artesanos de Coro Jesús “Chucho” Coello, Jesús “Chucho” Morillo, Edixon Morón, Eduardo Guanipa y Luis Morales, verdaderos tesoros vivientes de esa cultura que, lamentablemente, si no lo impedimos, está en camino de extinguirse: la que tiene como foco la tierra, bien situado más allá del uso experto de un material de construcción al que, a menudo, reducimos el barro. A través de su testimonio directo recogido en un micro video con sellos de ambos organismos públicos, el que glosaremos en este artículo, salió a la luz un problema que debe ser atendido con la urgencia y cuidadosa atención solicitada por algo tan sensible como la pérdida de la memoria colectiva, porque el pueblo que la pierde “está en peligro de desaparecer”, según apuntó acertadamente Don Fernando Ortiz, considerado el Padre de la Antropología en el Caribe.
 
Me siento enorgullecido de vivir en Coro, ciudad inscrita en 1993, junto con su puerto La Vela en la Lista de Patrimonio Mundial porque -y cito el documento oficial en su versión electrónica del Centro de Patrimonio Mundial, WHC, en sus siglas en inglés, de la UNESCO- “con sus construcciones de tierra impares en el Caribe, Coro es el ejemplo único de fusión de las tradiciones locales con las técnicas arquitectónicas mudéjares españolas y holandesas. Uno de los primeros asentamientos coloniales (fundado en 1527) que tiene unos 602 edificios históricos” (vid www.whc.org).

En cuanto a las propiedades de “el sitio” o bien patrimo0nial por las que se hizo su inclusión en la mencionada Lista, pudiera discreparse en algo en lo que respecta a la segunda parte de este fundamento, en razón de que, en general, se alude sólo al patrimonio tangible y porque creemos que el “lado oscuro” o invisible, la mano del ser humano que lo creó, se encuentra en peligro de menoscabarse como fuente de saberes, pero prefiero referirme al malestar que se me clava al costado al ver no sólo cuán frecuentemente son derrumbadas esas “casitas de barro”, sino porque estos Maestros marchan rumbo al final de sus humildes existencias sin que veamos por ninguna parte la transmisión, sistemática y coherente, de sus conocimientos y de esas “técnicas” aludidas a las nuevas generaciones, lo cual es algo sumamente alarmante.

Me uno al palpitar cálido de vida de estos Maestros y, también, a la de los artesanos del barro en general, como un medio de llamar la atención referente el sujeto social creador del que ellos forman parte: el pueblo, verdadero objeto del reconocimiento del valor patrimonial de su ciudad y de su puerto, y al final les dedico unas reflexiones personales acerca del barro, para honrarles. Lo más importante es su testimonio, que intentamos apresar aquí para la difusión y empleo útil en el reavivamiento de la conciencia, que resalta una responsabilidad colectiva compartida, no sólo pues la de “el gobierno”, al que tanto exclusivamente se emplaza.

Habitualmente solemos ver sólo la exterioridad del todo pasando por alto el ser que lo creó; en las edificaciones de tierra, antes de lo erigido, están los saberes y conocimientos que yacen en la base de la memoria, las manos y los pies de quienes lo amasan y concretan, terminando por imprimirle su valor real, que va más allá de su valor de uso. Estos Maestros tienen claro el concepto de que el barro no sólo es materia, sino huella del trabajo humano: respuesta a necesidades concretas como las de la vivienda, desvelos, sueños y un compartir solidario al nivel de la familia sanguínea y de esa otra extensa que se fragua con los camaradas al calor de la faena cotidiana, amorosa y constante. Haz del sol mañanero que nos despierta en las sombras. Mediodía sonriente. Atardecer fatigoso que se prolonga con las tareas domésticas, desde la niñez hasta entrada la adultez.

La visión de “Chucho” Morillo debe interpretarse como la de los artesanos; así ve “la obra” edificada en barro como algo vivo, “con la que nosotros los artesanos podemos hablar” y nos relacionamos como si fuese una mujer: la acariciamos, incluso, con erotismo y como con alguien a quien uno no se puede relacionar si no es con cariño. Eso lo recibimos cuando nos dice que “echar una torta, echar un pañote es como si uno tuviera pasando la mano a un ser amado. Uno siente las curvas en el barro, las paredes… como siente las curvas cuando acaricia a un ser querido.”

Chucho Coello primero fue lo que se llamaba en este oficio un peón de mano, “que era trabajar con los Maestros. Ahí me inicié en tejas, en barro, en todo lo artesano que es el barro”. Chucho Morillo tenía 10 años cuando comenzó este oficio, que lo “llenaba desde niño porque lo hacía con mi padre y mi hermano”. Fue desde entonces que se inició el proceso de aprendizaje de “las técnicas tradicionales de construcción”. A Edixon Morón su vinculación al barro le llegó con su abuelo, que iba a verlo cada vez que se le dañaba la casa y “después /fue/ con otras personas que trabajaban esto. Eduardo Guanipa no sabía nada, ni siquiera “cómo se amarraba el cardón”, entonces el colocarse al abrigo de los Maestros artesanos le abrió el modo expedito de aprender y así lo ha hecho hasta el presente.

Este proceso no siempre fue lo fácil que puede suponerse: Luis Morales tendría 5 ó 6 años cuando “lo llevaban por ay, a trabajar con el padre. Cada día él me paraba a las 4 de la mañana y, primero, teníamos que cargar agua, buscar leña y, a partir de las 7, nos íbamos para el trabajo hasta el mediodía en que comíamos y, al regreso a las 6 de la tarde, nos poníamos de nuevo a cargar agua.” El trato directo con la gente conocedora de esta cultura impuso un sello característico a estos artesanos: su cuidadoso modo de codearse con esta “materia”.Chucho Coello opina que, en su preparación, al “barro hay que dejarlo… batirlo bien” con el azadón, como si requiriese un reposo, como ser vivo al fin, lo que conducirá a la obtención de la masa anhelada: “igualito que hacer una conserva es el barro: hasta que dé punto”.

Para Morillo, en cambio, “el fraguado de una torta no es igual al concreto”, porque en su interior existen propiedades físico-químicas de la arcilla que provocan que cuando ésta se seque se expanda. De ahí que la obligación del contacto corporal directo del hombre con la materia: una vez preparada la torta (masa resultante de la mezcla circular, en el suelo, de tierra, agua e hierbas), ésta requiere ser amasada una vez más, esta última vez con las manos, para que pueda zumbársele al techo donde se la empareja también manualmente.

Estos saberes no fueron adquiridos en ninguna academia que no fuera la de aquellos otros Maestros que les antecedieron que los tenían desde que el hombre se irguió encima del planeta. De ahí que al Maestro “Chucho” Coello lo calificara de Biblia de los artesanos, en la cual se han formado varios de estos artesanos testigos, quienes dicen haber aprendido la disciplina del trabajo y este “arte del trabajo en barro de estas construcciones antiguas”, siempre en el campo, aunque confiesa que son pocos a quienes estas faenas “nos gusta”. Aparece la queja de que, a pesar de que se les reconoce como Maestros con muchas décadas de experiencia, no disponen de un certificado o algo que les permita acceder a un trabajo o, lo 1ue es peor, a la jubilación. Muchos de ellos consideran que, de haberse el dispuesto de ese cuerpo jurídico, se hubiesen jubilado. Para concluir, se preguntan, para resolver cualquiera de estos problemas, “¿a quien acudo yo?”, con lo cual nos evidencian un total desamparo.

Para colmo existe una contraposición entre el saber ancestral de estos artesanos y los conocimientos contemporáneos del personal técnico contratado que le colocan para controlar su trabajo. Así, Chucho Morillo nos refiere que “muchas veces un ingeniero es situado para inspeccionar una obra y no sabe nada de lo que está haciendo el artesano, porque no sabe…” Y es concluyente en lo que debe hacerse: “Aquí hay que capacitar a esa gente.” El Maestro Coello nos lo confirma al narrarnos una lamentable anécdota: “Una vez estuvimos con un Maestro que era medio bruto y yo le dije: “mire, esa casa se nos va caer” y contestó: “no, no le pare bola”. ¡Y esa casa se nos vino encima!, porque yo tengo mucha experiencia.” Por eso Morillo afirma que “van a tener que formarse en lo que es tradición artesanal, barro, tierra… porque de lo demás no sé nada.”

Están conscientes, sin embargo, de que lo que se refiere al barro “es un proceso” en el intervienen los técnicos, ingenieros y arquitectos, que implica una cadena en la que están ellos, los artesanos también, “al pie de la obra.” Pero se sienten en una situación de inferioridad en tanto que, en el mejor de los casos, se les contrata, se les paga y luego “chao pescao”… el mérito se lo llevan los dueños del negocio, el ingeniero...

Se les ha contrato en algunas ocasiones para impartir formación a los jóvenes, pero no se ha hecho de manera sistemática ni mucho menos con una visión coherente. Coello aconseja a la juventud que sigan el ejemplo marcado por ellos “para que lleguen adonde llegué…que esto es muy bonito”. Mas, en medio del evento, se le preguntó cuál era su ilusión no conseguida, lo que más anhelada y fue categórico al contestar que “una Escuela del Barro, para enseñar a los jóvenes y así garantizar el necesario relevo.

El Maestro Coello está al tanto de que “todo se trabaje en menguante, no se trabaja en creciente, porque no sale bueno”. De los conocimientos recibidos por ellos oralmente les viene a estos Maestros el rechazo al cemento: según Coello, incluso para el frisado de los muros no debe usársele porque se cae la capa, por lo que se usa la mezcla de tierra, arena y cal, ésta última un líquido “madurado” en un tanque a la intemperie. Coello es categórico en su resolución: en estas obras no se emplea otra cosa que no sea barro y esta última mezcla, prescindiéndose del cemento.

En cuanto al mantenimiento, reparación y atención a los materiales empleados en este tipo de edificaciones, basta el agua para ablandar y limpiar con un cepillo los residuos adheridos a las tejas de barro, incluidos microorganismos morbosos, como el hongo; luego se las apila en el piso para el secado y se las devuelve nuevamente a los techos. Ahora se usa el cañizal o entramado hecho con pedazos de madera, atados entre sí y dispuestos paralelamente, que se usa para construir cubiertas, techos e incluso empalizadas; encima de él se colocan las tejas sin necesidad del pernicioso cemento. Al cañizal se le embute la torta y luego un mortero de mezcla; encima se coloca el manto. “Esas tejas no llevaban nada”, es decir, ninguna otra materia que la aludida. Se garantiza que las tejas duren mucho tiempo, incluso un siglo…

Coello se esfuerza por revelar los secretos de la cultura que representa: “El barro tiene esto: en tiempo de frío, es caliente; en tiempo de calor, es fresco… los españoles sabían eso: que venían tiempos frescos y tiempos de veranos”, conocimiento que horita muchos niegan interesadamente o prefieren pasar por alto aviesamente. Es por lo que antes se hacía una ventanita que no llegaba a un metro cuadrado, que producía una circulación de frescor admirable en el interior de la casa; “ahora las hacen de dos metros y hace calor”, según Morón. Todos coinciden en que el barro dura más que el cemento porque éste se “pica” más fácilmente. Naturalmente, todos prefieren este tipo de habitación natural para vivir y sienten un orgullo muy especial cuando, después de aplicarse a su reparación concienzuda. Por eso, cuando entregan en perfecto estado de conservación a aquellas que habían encontrado casi destruidas: “están trabajando allá arriba, no sienten ni sol ni calor”.

Mucha ciencia del hombre encontramos en la visión del barro que tienen estos artesanos, particularmente en lo relacionado con el imprescindible contacto humano para que las edificaciones que le sirven de habitación no se deterioren. La mayoría de las casas abandonadas existentes a lo largo y ancho de la geografía de Falcón podría estar condenada a muerte por la indolencia de sus dueños o representantes a consecuencia de esta ausencia fatal. Para que se conserven, estas edificaciones necesitan ser habitadas por los hombres, porque “al dejarle de dar calor, la casa se cae”, según Morales. “uno debe ser más amoroso, tener conciencia…”—dice Morillo—y remata el Maestro Coello: “porque Coro fue fundado en barro.”

Morillo es tajante en su señalamiento de la pérdida: “lo que nos falta es la cultura de la tierra, la cultura del barro”; su ausencia provoca que no sean valoradas con justicia las acciones dirigidas a rescatarla o fortalecerla e incluso a los propios Maestros y artesanos, que han echado pie en tierra para lograr este reconocimiento mundial. Así, a pesar de que “a sus ochenta años Chucho Coello sigue trabajando” y enseñando, eso sí espontáneamente, a la gente estas artes ancestrales, según su amigo Morillo, “no tiene ayuda de nadie”. Cuando el boom petrolero, no se fue para Punto Fijo, sino que se quedó en Coro haciendo y reparando estas casas. Concluye Morillo su incisiva crítica: “Pero ¿quien ayuda a Chucho? Esos grandes jerarcas del Patrimonio /Instituto de / o de lo que sea, no van a hacer nunca algo a favor de Chucho… ¡Jamás! ¿Cuántos artesanos hay? ¿Han hecho algo en beneficio de ellos? ¡No, mi amigo!”. Con ellos han de aprender lecciones de sencillez y humildad quienes se pavonean con sus títulos académicos porque quienes carecen de ellos tienen aquellos otros no caídos del cielo, sino heredados del accionar perenne del hombre en el Planeta del cual nació y se nutre la ciencia.

Seguramente, estos Maestros no están enterados del concepto de patrimonio, cada vez más enrevesado, usado por los técnicos y arquitectos. Pertenecen a otra época en que el conocimiento del cosmos y de la Naturaleza conducía al acomodo armonioso de la criatura humana con el medio ambiente del cual dependía su existencia. De allá les vienen los saberes con que han hecho posible que se levanten estas catedrales vivientes que son las “casitas de barro” de Coro y La Vela, tan beneficiosas a la salud integral del hombre y a su relación respetuosa con la Naturaleza a la que piden prestados los elementos útiles para crearse ese hábitat invaluable reconocido por los hombres de bien como Patrimonio de la Humanidad. Uno de estos Maestros dijo: “Chucho” Coello es el Patrimonio”. ¡Vaya usted a saber!
II.- MEMORIAS DEL BARRO
Presentamos las notas de las entrevistas que le hiciéramos al Maestro del barro Chucho Coello  durante el pasado año 2007, en compañía de la TSU en turismo Enna Zavala, formada por nosotros como investigadora. De ellas emerge una historia bastante inusual: las propias casas cuentan su historia, a partir de las numerosas incursiones hechas por estos artesanos, tanto para repararlas, restaurarlas o darle el acertado mantenimiento que sólo ellos saben dispensarles. Nuestro estudio ha ido creciendo en la medida en que nos hemos hecho amigo de estos libros vivientes de una de las tradiciones en vías de extinción. Esperamos que el relato sea ampliado con nuevas conversaciones y aportes de otras personas dedicadas a registrar y conservar este valioso patrimonio humana, que vale más que en los enquistados y particulares “cascos históricos” a los que se refieren los especialistas de la arquitectura, desconociendo que esta de los hombres debe colocarse en primera fila, mucho antes que cualquier monumento hecho a base de su ingenio y dedicación laboriosa.
J. Millet
Desde la azotea de uno de los edificios más altos, se nos revela un perfil de la ciudad en el que pocos de sus habitantes reparan. A juzgar por las cubiertas, Coro debió haber sido otra ciudad de los “techos rojos”. Mucha teja corona una multitud de espaciosas casas que se extienden a lo largo y ancho de este emblemático asentamiento humano. Uno de sus hijos descorrió las cortinas del recuerdo y nos permitió echarle una ojeada a cómo transcurrieron las cosas en el pasado. Lo insólito de las suyas, es que son una especie de memorias del barro, en el que se asentó Coro, donde este artesano nació y ha desarrollado toda su vida.
Jesús “Chucho” Coello es considerado “La Enciclopedia del Barro”, debido a sus probados conocimientos. Humildemente reconoce que los adquirió de los maestros Guillermo Rodríguez, “Nacho” Poyoyo Guadamo y Agustín Camacho, quienes vivían “cruzando” el barrio Las Panelas. Como se produjo una ruptura, en cuanto a la transmisión de mundos, entre aquellos sabios y las generaciones actuales, hoy sacan la tierra de donde hay “saques de tierra”, en el sitito nombrado Arenales, La Negrita. En La Horqueta hicieron un tanque grandísimo y lo volvieron a rellenar. Para secar tierra de Arenales se necesita un permiso, creo que de la prefectura de La Negrita. “Tiene grea, como una fibra o raicita negra”.
La que están trayendo, al no ser de aquel sitio, tiene salitre, lo que provoca que se desprenda, al ser empleado como principal material en la edificación o rehabilitación.
Al barro hay que echarle pulmón hasta que “dé puntico”, que es cuando se le añade la hierba. ¿Cómo se procede? Se hace el pozo, que permanece tapado durante tres días, con la hierba. Al término de ese tiempo se considera que el barro está maduro; pero antes se picaban el barro y la tierra.
Al mencionar su trabajote restauración en la Casa del Artesano, actualmente en construcción, diferencia el tipo de material y técnicas constructivas que se deben emplear según las condiciones y características del espacio donde se construya; en La Vela no se trabaja con adobe porque “se lo come el salitre” del mar. El adobe es una estructura conformada por horcón y paredes con cañizo; el bahareque, en cambio, aguanta más, digamos ante un movimiento sísmico, mientras que el adobe “se va más fácilmente”.
“Chucho” Coello denuncia que, por ignorancia, el barro se había olvidado. Si se hubiese tenido conciencia de la importancia de este material, las casas de la Calle Comercio no se hubieran caído. Tampoco se les hubiera permitido a los árabes comprar las casas en el Mercado viejo, las que han dejado caer para edificar con bloques de cemento y cabilla. Lo sucedido allí es una falta del Alcalde de Miranda, Pineda, y de su equipo.
¨Por igual motivo han ocurrido otros desastres. A la casa de la Calle Comercio, entre Monzón y Federación, había que acomodarle el techo, y sin embargo la demolieron. Lo único que tiene la Casa del Tesoro son unas piezas con techos malos, pero la Alcaldía sólo lo acomodó el frente. Está como la mayoría de las casas incluidas en el “polígono de la UNESCO”: está deshabitada, que es lo que provoca su deterioro. Habla de un túnel y de los tantos salones amplios que posee.
Con la Casa de las Ventanas de Hierro, del Doctor Tellería, se presenta la misma situación; pero ante la des habitación surge un interés inconfeso del Maestro “Chucho” Coello: “que me la den para hacer allí una escuela”, por supuesto, para estudiar en ella todo lo relacionado con el barro y entregar a los alumnos los tesoros del conocimiento acumulados en su vida “Restauré la casa donde están las hermanas, al lado del Registro…..”
El Ingeniero Víctor Piñero hizo casas de adobe en la José Leonardo Chirino y su casa es de barro.
Chucho restauró la casa por donde está El Conquistador, sede del diario local La Mañana, cuyo director Atilio Yánez, no quiso que nadie, salvo él, acomodara las tejas en el techo.
La teja, los tejares.
Ese patrimonio edificado en tierra fue respaldado por el conocimiento de muchos hombres dedicados durante mucho tiempo a este trabajo. Los artesanos se entregaban a su oficio no como mero medio de obtención de dinero. Había sastifacción en la utilidad de la labor y entrega, aunque en el pasado carecieron de reconocimiento social de ningún tipo, constituyen hoy una comunidad con relativa homogeneidad.
En cuanto a la elaboración de la teja, Chucho Coello reconoce a Pedro Flores como uno de los “maestros tejeros”. Trabajó en el tejar “Falcón”. Era de Churuguara, donde hay tradición en este oficio; trabajó con “La Enciclopedia” hasta poco antes de su muerte, ocurrida hace algunos años.
Hacían tejas, ladrillos y “adoboncito” para las paredes. “Ladrillos de piso”, especifica Chucho, “son los ladrillos de barro”.
Estos materiales han sido ampliamente utilizados en labores de restauración hechas por estos Maestros y artesanos del barro. La memoria retiene pasajes que nos llevan a la reflexión y al juicio crítico. La Casa de la Cultura de Coro fue también restaurada por Chucho, pero ha sido “la casa más cara: el alcalde Popo Barráez la compró a sobreprecio y el contratista no la terminó. Estuvo sin terminarse hasta ahora, “es una casita parecida a una familiar”.
Escuela del barro….
El proyecto de la “Escuela del barro” se lo dieron a Ana María Reyes. Tuvo respaldo nacional, fue situada en Tara-Tara, donde además había un Museo del barro. Vinieron muchachos de Estados Unidos, quienes hicieron mucho adobe y regresaron con sus títulos, según él.
En cuanto a los evangelistas, esta congregación religiosa consigue mucha plata, del diezmo o descuento de su sueldo. Hicieron una de estas escuelas en El Bejuquero, donde no la había.
El barro: resistencia.
El Maestro desmiente opiniones dirigidas a demonizar el barro, cuyo empleo, sabio y continuado, ha creado el patrimonio edificado más coherente y de valor trascendente de todo el Caribe, fundamento del otorgamiento, a Coro-La Vela, de la condición de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO. A las casas de barro no las ataca ningún insecto, como se ha dicho, menos aquellos clasificados como mórbidos. Ejemplifica con las casas del frente de su casa, “que tienen más de cien años”.
La historia de las casas de barro contadas por los artesanos:
En el Coro de hace 40 o 50 años “las casas no valían na”, nos dice Chucho Coello , porque el material con que se construía estaba a la mano, era muy barato y la propia gente las construía por sus medios, empleando el trabajo solidario de amigos y vecinos. Aquella produjo la vivienda mas económica que haya existido: Vendió una de sus casas en 15.000 bolívares, ahora es residencia del doctor……
Las casas, no obstante, eran buenas y bonitas, porque también había buenos artesanos. “Chucho” nos proporciona su ubicación espacial dentro de la ciudad: aquellos maestros artesanos vivían “pa abajo”, entre ellos Julito y Ramoncito Jiménez; tenían una fábrica de adobe en Zumurucuare.
¿Cómo eran aquellas casas corianas? La mayoría era de barro, hasta que en 1946 las contratistas introdujeron el cemento, el bloque, y… con la Urbanización Ampíes. La industria y la artesanía del barro respaldaban la existencia de este tipo de casas. Había numerosos hornos, muchas alfarerías que lo garantizaban;
La casa típica para entonces era de piso de ladrillo y de techo de teja. En los barrios donde vivían los pobres predominaban las casas de torta.
1942….
Este año comenzó a construirse el cuartel de Coro. El material empleado era adoboncito, porque por fortuna no había cabilla, se empleaba la piedra bruta, mezclote, piedra, cal y arena. Con mezclote fue levantado el “Hospital Antonio Smith”. Veamos los precios de las edificaciones levantadas por la naciente burguesía venezolana en la ciudad. Algunas de ellas se erigen como emblemáticas de su gusto y concepto de lo que debía oponérsele al barro, propio de los “ttierrús” que habitaban las barriadas.
“Chucho” Coello calcula en 100,00 bolívares el costo de producción del Club Bolívar y 1.000.000,00 el Antonio Smith. Este último edificio denuncia la equivocada intervención del Ejecutivo del Gobierno Nacional, en la persona de algunos de sus presidentes. Fue construido con “puro ladrillo y techos de placa” soportados con el desmantelado “Tren Coro – La Vela”. . Fue demolido, el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez lo mandó a demoler. El gobierno de Herrera Campins mando a hacer un enorme huecote, que luego Carlos Andrés Pérez mandó a tapar. Cuando Lusinchi asumió la presidencia, mandó que lo destaparan. ¿A dónde iba a parar todo ese dinero invertido? A las arcas de los corruptos, no a los bolsillos del pueblo, que seguía “pelando”
El Hospital Santa Ana tiene su iglesia porque las monjas eran las enfermeras. Según “Chucho”, lo restauraron muy mal. Ahora le hacemos paredes de cinco bloques de adobe, a lo que fue “el mejor hospital antituberculoso”.
Teatro Armonía.
El Teatro Armonía era de barro con techo de tejas. “Cuando se quemó fui a apagarlo, tenía 17 años de edad y sufrí quemaduras”. El agua entonces de acarreaba en una carreta con un tanquecito encima y era tirado por una mula.
El Coro de los ricos y los pobres.
Los ricos vivían de la Calle Comercio “pa‘rriba”, y rumbo al Club Bolívar; y los pobres de la Calle Comercio “hacia abajo”. Los ricos jugaban ese deporte en un espacio cercado con ciclón. El nombre de ese deporte lo lleva aún la plaza “El Tenis”. Las casas de torta, características de los explotados y humildes, mayoreaban en el barrio Los Ranchos, no en el Monteverde, nos aclaró Chucho, “del Tenis hacia allá”.
Ambientes del Coro de ayer.
“Chucho” bebe hoy, a lo sumo, cuatro cervezas. Al parecer su estilo de vida ha cambiado. Antes frecuentaba el “Bar Chipi-chipe”, calles Sur y Silva, “uno de los más renombrados sitios de reunión”. Vendían cervezas, pero lo principal consistía en disfrutar del espacio de tertulia.
Bar “El Cielo”, lo cerraron en la esquina porque mataron allí al hermano de un pelotero de las grandes ligas, Magglio Ordoñez. Bar “Miranda “ en la Calle , “El Loco Lindo” en la calle Federación, ahora es una tasca. “El Majestic” sí se ha mantenido, igual que el “Manaure”.
El mejor bar era el “Puerto Cabello”, que empezó en 1946, atendido por Emerita y su dueño “Chindo” Muñoz. Al principio era un minúsculo “negocito”, pero con el éxodo de las petroleras, “se fue pa‘rriba”. Era el mejor: tenía chicas, buena música de rockola ( 8 piezas por 1 bolívar), y juegos. “Había mucha educación”, que evitaba las riñas. A quien se sacaba una muchacha le metían un año de cárcel si no se casaba. Los hombres eran mas precavidos, buscaban más donde vivir que las aventuras.
Costumbres, normas y valores.
A los 22 años de edad fue que “Chucho” bebió por primera vez, después de la muerte de su madre. Era el respeto al padre más que las prohibiciones, lo que limitaba determinadas acciones en los hijos. Nadie se atrevía a fumar delante de los padres. El padre le dio cuatro palos a un hermano de “Chucho”, por echarse un palo de aguardiente delante de él. Se empeñaba algo dejando a cambio un pelo del bigote, y nadie lo botaba: “tal era el sentido del honor y la palabra que daba”, nos dice el viejo Chucho. La gente no sabía leer, pero sí respetar, concluye enfático este artesano. La palabra del abuelo estaba por encima de todo. Nadie se sentaba a comer en la mesa sin camisa. No existían groserías.
Las cervezas más viejas eran la Zulia y La Regional. Cuando Pérez Jiménez valía un real. El dueño de la fábrica era un ministro del dictador.
Historias contadas por las casas.
Las casas eran bajitas. A las casas que ocupaba “La vaquera” le pusieron las tejas después. La casa de Chelo está enfrente a “El Pilón” y es de barro-bahareque y torta. En Las Panelas, Curazaíto hay una casa de torta.
Lo que se necesitaba para construir estaba situado muy cerca del necesitado. El finado Isauro cargaba el tercio de cañito o cañizo de Zumurucuare. La hierba se buscaba detrás del cuartel, antes de que lo cercaran.
El Balcón de Ismael Cordero, en la Calle Bolívar, del Chupulún pa‘lante, es de barro. Muertos sus dueños, esta edificación de adobe se está desmoronando. Era de César Saher, luego pasó a manos de Ismael y hoy la dueña es la hija del Gobernador Pablo Saher.
Costaba 100 bolívares (qué?) cuando el salario era de 2 bolívares diarios, doce a la semana.
El Bahareque
El bahareque predominaba por una razón económica: era más barato que el adobe. Se trata de una estructura simplificada de horcón con cañizo, que abundaba. Primero se embute con barro y luego se le aplica el pañote, capa para cubrir el primer barro embutido. Este es un friso de barro con hierba, al que sigue el friso de barro con cal.
El frisado con barro se le puede aplicar a las paredes de cemento, y se adquiere mayor frescura que con cemento solo.
Del barro de los pobres a . . . . .
La Avenida Santa Rosa, que pasa el “Hospital Alfredo Van Grieken”, ilustra cómo se empezó a destruir el patrimonio edificado de Coro. Las casas de barro construidas allí donde habitaban familias pobres, fueron tumbadas y, en su lugar, levantadas otras de cemento. Así es como la gente humilde saludaba y aceptaba este sentido de “progreso” que hoy se ha instalado en la mayoría de los lugares.
Nuestro testimoniante vive en una humilde vivienda, en la Calle Progreso Nro. 21 de Monteverde. Es padre de 7 hijos, a alguno de los cuales le construyó una casa de barro, exactamente en la Parroquia Curimagua, en Cabire, frente a las torres de CANTV. Tiene que ser de barro, “porque el barro es un congelador de noche”.
Al aparecer “Chucho”, retratado en uno de los Catálogos del Instituto de Patrimonio Cultural, la Ley lo incluye en el Registro de bienes Culturales de Venezuela. En su hogar muestra algunos de los reconocimientos que le han otorgado. Se para cada día rayando el alba para ir a inspeccionar las obras que se ejecutan en el “Casco Histórico de Coro”. Recibe a cambio de este trabajo 1.600.000,00 Bs., sin los beneficios sociales concedidos a los trabajadores fijos. No obstante, me reitera su sueño de disponer de una escuela para enseñar y transmitir a los niños, jóvenes y adolescentes sus amplios conocimientos y saberes acerca del barro, su empleo y la construcción y mantenimiento de lo edificado con él.
Santa Ana de Coro, 24 de Julio de 2007.




Bahareque, adobe y tapias corianas
Tradiciones
  
El barro coriano  
La arquitectura de barro coriana es producto de la fusión de elementos aportados por los indígenas y colonizadores, que dieron origen a una arquitectura mestiza. El bahareque, el adobe y en menor medida la tapia, son las formas de trabajar el barro más utilizadas en las construcciones corianas. El bahareque es indígena, la tapia y el adobe europeos. Todos ellos tienen como ingrediente principal al barro.  
Los caquetíos construían utilizando una armazón de madera con horcones hundidos en el suelo y unida por bejucos. El techo lo formaban vigas o latas que sostenían una cubierta de cañizo de cardón, sobre la cual se colocaba una mezcla de paja y barro gomoso, que hoy conocemos como torta. Las paredes eran de bahareque, formadas por horcones que armaban una especie de caja uniendo latas de cardón, esta caja se rellenaba de barro. Este sistema aún hoy se conserva vivo en la arquitectura popular coriana tradicional o de barro. El adobe es un ladrillo de tierra cruda secado al sol, que tiene como cimiento una capa de piedra que lo aísla de la humedad del terreno. Estos ladrillos se hacen mezclando agua, tierra y paja coneja, para hacer bolas de pasta que se colocan en moldes de madera. El adobe más utilizado en Coro mide 10x20x40 cms.  
En la técnica de la tapia, el barro no se mezcla con ningún otro material. Consiste en levantar paredes con un espesor entre 40 y 80 cms., usando capas de barro muy homogéneo. Estas paredes tienen como soporte una estructura enterrada en la tierra de 60 a 80 cms. y que sobresale un metro de alto. Fue muy aplicada en Caracas y otras ciudades, especialmente en la región andina, a partir del siglo XVIII. Sin embargo, en Coro se encuentra en edificaciones del siglo XVII. El techo es una armazón de madera con una capa de barro gomoso y sobre éste, las tejas. 
La arquitectura colonial coriana fue levantada a base de barro y madera, y casi toda ella es del siglo XVIII. Su elemento principal interior es el patio, herencia que árabes y romanos dejaron en España. También están los aljibes o depósitos para el agua de lluvia. Alrededor del patio se encuentran corredores techados, hacia ellos dan las habitaciones. Al fondo del patio se encuentra el comedor y tras éste la cocina, lavandero y áreas de la servidumbre. 
Las construcciones corianas de barro son modestas y sencillas en su interior, estando su mayor riqueza expresada en las fachadas, donde el portal concentra la mayor decoración. Después están las ventanas, comisas y aleros.  
La técnica del bahareque se deja ver en casi todo el medio rural del estado Falcón, y en las construcciones más modestas de Coro y La Vela. El adobe está presente en monumentos como la Casa de las ventanas de hierro, Casa del sol, Iglesia de San Nicolás de Bari, Balcón de los Arcaya y Casa de los Senior. Finalmente, la tapia se encuentra entre las técnicas utilizadas en la Iglesia de San Francisco, el Convento de la Salceda y la Catedral de Coro.  
Existe una política mundial de conservación de bienes culturales, la cual es dirigida por la UNESCO, organismo internacional que busca la conservación de aquellas zonas cuyo Patrimonio Cultural las haga merecedoras de una protección especial dado su valor cultural o natural. Los cascos centrales de Coro y su puerto La Vela han recibido esta designación al ser los primeros asentamientos españoles en el continente americano y concentrar el mayor conjunto de arquitectura de barro en la cuenca del Mar Caribe, arquitectura cuyas técnicas están vivas entre la población, aún habitando casas y reproduciendo formas de construcción donde se encuentran procedimientos y materiales prehispánicos y europeos.  
Los falconianos tienen el privilegio de usar y disfrutar esos bienes, pero a la vez el compromiso de defenderlos y conservarlos para las generaciones futuras. 
Fuente Corporación Mariano de Talavera, Coro, Falcón.


























De corianos y de barro
                           Por José Millet

Técnicas constructivas en la ciudad de Coro
Las construcciones civiles, en particular aquellas que sirven de habitación a los seres humanos, resultan objetos importantes para seguir el curso del asentamiento del hombre en un territorio y del desarrollo que sigue en él atenazado por circunstancias diversas, fenómenos y hechos que provocan reacciones en correspondencia con los mismos. En el caso de la arquitectura urbana de Coro, debemos seguir muy de cerca la tipología de las casas de habitación y su ubicación en los diversos sectores en que convencionalmente se la ha ido trazando. Este estudio minucioso, todavía a la espera de especialistas y estudiantes dispuestos a enlodarse los zapatos, debe transitar por la identificación de las técnicas constructivas y materiales empleados en la construcción de las casas de viviendas y numerosas construcciones auxiliares. Aquí damos un pálido y leve asomo a uno de los aspectos que deberán asimismo tomarse en cuenta: el de las técnicas constructivas. Es lógico que si estamos rodeados del más importante conjunto de casas de viviendas hechas de barro que existe en el Caribe, deberemos hablar del cómo se preparan los materiales con que ese Patrimonio de la Humanidad fue edificado.
En cuanto a la técnica del barro embutido, se amarraba al cañizo con bejuco de hipopo  o enea (la misma con que se tejen las sillas). Mario Aular dice que esta técnica fue introducida en el barrio por los negros de la Sierra Coriana, lo cual nos estaría colocando una evidencia inestimable del vínculo o conexión que siempre existió entre este vasto territorio, una parte del cual---la ciudad—se urbanizó y la otra permanece afincada en los patrones habitacionales y la estructura vial y de servicios propios del campo.
En la casa de la calle Comercio número cincuenta y ocho con calle Mapararí encontramos  ejemplos donde pueden estudiarse combinaciones de algunas de esas artes constructivas tradicionales y otros donde la modernidad ha irrumpido para introducir una disrupción. Así, en una de ellas en el friso… se observa la mezcla de cagajón de ganado caballar con cal, la cual se dejaba fermentar durante tres días. Ahora es frecuente que se frise con cemento. Nos refieren que enfrente se ubicaba la ferretería “La Casa Amarilla” de una familia judía de apellido Thompson.
En las calles Colón con Brión encontramos la casa donde funcionó el primer ambulatorio de Coro y, actualmente, funciona el ambulatorio del oeste, consultorio de la gíneco-obstetra doctora María Coromoto Cárdenas.
En las calles Monzón con Providencia encontramos casas de barro embutido hecho con bejuco enea, también de portal muy bajo. La de la señora Matea, ya fallecida, es un ejemplo digno de destacar por haber sido edificada con cujíes de maguey (cocuy) y techos en cardón o pencas  de la cocuiza.

Artes tradicionales de construcción. Calle Comercio, del sector San Antonio.

Artes tradicionales  de construcción. Calle Comercio. San Antonio.

2.2.7.-  Artesanía
Escuela de Artesanía de Coro
Ligda Chirinos, de 39 años de edad, presidenta de la Fundación Regional de Artesanos del Estado Falcón nació en la calle Proyecto, entre Sol y Porvenir, de lo que ella identifica como el barrio Curazaito. Ella nos comenta que la información que le dieron apunta a que la casa situada en la calle Bolívar número cincuenta y seis, que perteneció según Carmen de Ruiz,  al Sr. Ulises Sirit y  fue comprada por la señora Alicia Briceño, presidenta de la Agencia venezolana de artesanía para fomentar la artesanía en la región pero que, por diversos motivos, la Alcaldía de Miranda y el CONAC paralizaron su construcción, hace tres años. Quedan los restos de lo que fue una casa, ahora destruida, en una de cuyas paredes colocaron un cartel donde se afirma que el CONAC apoya la construcción de una Escuela de artesanía. En nuestro recorrido, Mario Aular mencionó a un profesor de artes plásticas de apellido Primera, de Paraguaná, como asociado a este proyecto cultural inexplicablemente inconcluso.

Casa destruida donde debería haberse levantado la tan necesaria Escuela del Barro.
Para otros usos de este término, véase Barro (desambiguación).










ACERCA  DEL BARRO.
T.S.U.  Enna  Zavala M.                      PNI 15.699                 21 de Julio de 2008.
Reseña elaborada en base a  experiencias  familiares.
Escribir acerca del barro  es aceptar que procedemos de él, que hemos convivido  juntos pero no hemos terminado de conocerlo,  aún sabiendo que  tiene muchas bondades y que  este  divino mineral  es altamente aprovechable  en muchos de  las etapas que le toca vivir al ser humano, en este caso al falconiano. 
Conozco el barro desde antes de nacer, puesto que mi mamá (Carmen Candelaria de Zavala),  lo comía  para satisfacer sus antojos cuando estaba embarazada de mi. Siempre recuerda y me cuenta que  arrancaba los pedacitos de las paredes de la casa donde habitábamos.   También me cuentan mis padres que  yo lo comí bastante mientras gateaba, por lo cual me gané una  nalgada. 
Toda mi niñez la viví en una casa de barro  y  techo de cañón, con tejas rojas,  por la cual mi papá pagaba 100 bolívares de alquiler.   Eran dos casas,  la de mi abuela materna y  la otra que ocupaba con mis  padres y  hermanas.  Ambas casas se comunicaban por el solar. 
Recuerdo con claridad  la casa de mi abuela (fallecida) María Thielen  de Zavala,  que me gustaba más que  la mía.  Era de torta, y cuando llovía con fuerza  se caían algunos pedazos, pero mi papá la mandaba a reparar.  Puedo evocar  el pozo  que hacía  en  el patio el señor Antero Laclé,  (fallecido  hace algunos años)  
No sé de donde traían la tierra,  si recuerdo que batían el  barro con una escardilla, le picaban  hierba  y cagajón de burro;  se metían en el y le daban con los pies.  Los muchachos de la casa de vez en cuando metíamos las manos  para disfrutar también  la experiencia  de ese mágico olor.   De solo olerlo provocaba  comerlo.
Mis sitios preferidos en la casa de mi abuela eran la cocina con su fogón de barro,  el jardincito  en la parte posterior y  la sala,  pero donde estaba la ventana grande que daba a la calle.
La cocina tenía el  piso de tierra, pero siempre recogido y limpio.  Mi mamá o mi tía le “rociaban” agua todos los días para que el polvo no se levantara.  Allí molíamos  y se cocinaba. Había dos orificios que servían de ventanas o respiraderos, por donde salía el humo del fogón,  acompañando los olores de  la comida, el café y los dulces. Aparte del fogón de barro y leña también había una cocina de kerosén,  y la tinaja, por supuesto de arcilla,  de la cual tomábamos el agua fresca, gustosamente en una  totuma.
¿Y cuando llovía?.  Ese olor a tierra mojada  era algo indescriptible, causa sensación de plenitud, de vida, de grandeza;  grandeza que no se compara con lo pequeña que era la casa de mi abuela ni con lo acogedor del patio y del jardín  en el cual  había una tinaja grande para  regar las matas   y hasta aprovechábamos para bañarnos.
En que otra cosa se aprovechaba el barro?  Mi abuela  sufría de dolencias en las piernas,  y ella misma  preparaba sus cataplasmas con este material para colocárselas en las rodillas y luego las vendaba.   También es muy efectivo su uso en los remedios caseros, como el caso de las picadas de  cacuros  y  abejas.  Algunas personas humedecen un poquito de tierra con orine y  lo aplican para aliviar  el dolor y  la hichazón.
En la actualidad, se utiliza la arcilla para mejorar  problemas de la piel como el  acné, la  mala circulación sanguínea e hinchazones. 
El barro tiene  diversos usos en el renglón doméstico: Si contiene piedras pequeñitas, se puede utilizar  para blanquear las ollas y sartenes, ayudándose con  una esponja;  también los animales se sumergen en el para refrescarse o  aliviar alguna herida.    Como implemento de juego, es usado por los niños para fabricar casitas y animalitos, y  en los carnavales, se podía ver  a las personas jugando con barro.

El  barro tiene la virtud de  sensibilizarnos con  su contacto y   olor, lástima que tan  agradable olor no haya penetrado en   cada una de las conciencias falconianas, especialmente las corianas,  para que vivan abiertas a su conservación  y no renieguen de   ese pedazo de barro que es cada uno de nosotros.

Unas cuantas veces  he escuchado  a personas  imprecar en contra de las casas de barro,  porque según y que son de pobres, porque cuesta repararlas,  que están pasadas de moda,  o cualquier  invento X.   Lo que no  saben  esas personas que también los pobres  tienen tranquilidad dentro de estas casas. 
Me pregunto  que tal andan las conciencias  de aquellos que teniendo  título  han hecho muy poco  por defender nuestras casas de barro,  patrimoniales o no, ubicadas en  el centro histórico, en  un humilde sector de la ciudad o en cualquiera de  los ejes que dividen al estado Falcón.
Y  qué decir   de las manos que trabajan nuestro barro?.   Esas si tienen conciencia, para  laborar día a día con amor más  sin tener la seguridad de que su trabajo será  debidamente reconocido  pero si indebidamente pagado,  mostrado al mundo  pero de espaldas al reconocimiento y amparo  social que se merecen  como ciudadanos que año tras año han amasado  tierra y cariño, tierra y saberes,   tierra y sudor,  tierra y espera.





TRABAJO DE INVESTIGACIÓN REALIZADO CONJUNTAMENTE CON EL LCDO. JOSÉ MILLET Y  LAS PASANTES DE LA UNEFA  NORELI CALATAYUD Y CAROLINA  SUÁREZ.
T.S.U. ENNA ZAVALA MEDINA
MARZO 2009.
CONVERSACIÓN CON EL  MAESTRO  JESUS “CHUCHO” COELLO.
Nacido en El Isiro,  el 05/08/1929.  Vivió en esta región hasta el año 1941, trasladándose  luego a Coro, Barrio Monteverde, específicamente a la Calle Borregales, cerca del Caserío La Rinconada, actualmente  Urbanización Ampíes.  En el año 1942 se muda a la calle Progreso, a la misma casa donde aún vive.  Se casó en 1950 con la Señora  Miguelina Pimentel de Coello, con quien procreó 7 hijos, 2 varones y 5 mujeres.
Aprendió desde  muy joven el oficio  de artesano del barro, y sus  amplios conocimientos  lo han hecho acreedor  del título de  Patrimonio   Viviente, otorgado por la UNESCO.

Con sus 80 años  el Maestro Chucho mantiene su cotidianidad con bastante actividad, levantarse a las 4:00 a.m.,  aseo, repasar  el Capítulo XII de San Juan (lo recita de memoria), para luego tomar el café que el mismo prepara.   Su actividad incluye  revisar la casa antes de  salir,  pasea  hasta la acera, llegando hasta la esquina y regresa a la casa hasta la hora de irse al trabajo.  No desayuna.  Cumple su  rutina   de trabajo  de 8:00 a 11:00  de la mañana,  haciendo el  trayecto desde su casa a su sitio de labores a pie.  Regresa para el almuerzo  y luego reposa en su chinchorro.    El resto del día  lo pasa en casa, lo visitan sus hijos y algunos amigos.   Le gusta mirar la televisión, sobre todo las películas mexicanas.   Se retira a dormir temprano para iniciar también temprano las labores del día siguiente.

Chucho conoce muchos rincones de Coro y La Sierra, sabe  de la historia de las casas de barro tanto del barrio como  del casco histórico,  de las familias que las han  habitado, que hacían  y porqué están ahora solas.    Opina que es un poco de egoísmo que  esas casas tan  grandes y bonitas se mantengan cerradas,  “así se caen mas rápido”.

Actualmente  realiza trabajos de  supervisión en el  Museo Diocesano  y en  la sede de la Escuela de Medicina UNEFM,  Edificio Santa Ana.   Desde  que trabaja,  solamente ha dependido de su sueldo,  no cuenta con un amparo social  que le permita, por sus años y por la labor que ha desempeñado, contar siquiera con una pensión de vida o de merito.  
A quien le pueden  importar los años y la experiencia de Chucho hasta el punto de gestionarle un  beneficio que le permita apoyarse  social y económicamente?.  Esta realidad la  vive su familia y sus alumnos ayudantes,  quienes  comparten  cada día de su vida y de su trabajo.

ALUMNOS Y  AYUDANTES DEL MAESTRO “CHUCHO COELLO”.
EDUARDO  GUANIPA.   Nacido en Coro, en la Maternidad  “Oscar M. Chapman”, el 25-01-1960, de padre  churuguarero y madre coriana.    Además  de ser alumno de Chucho es su yerno,  casado con  su hija Maritza desde hace 18 años, con la cual ha procreado 02 hijos.
Su familia  se conformó con 4 hermanas, (fallecida 1).  Es el único varón.
No continuó sus estudios (hasta 4to. Año de bachillerato),  debido  a  problemas económicos.  Surgió su necesidad de trabajo y se fue a Valencia, donde permaneció por 03 años.    Aprendió a trabajar con el barro  por su conexión con el señor Chucho.  Expresa que “quien trabaja con barro siempre tiene que hacer”, pero hay que buscar al que mas sabe, para seguir aprendiendo.

Agradece al Señor  Chucho, su suegro, por lo que le ha enseñado, lo cual le ha permitido mantenerse  económicamente  pero  solamente percibiendo un sueldo.  Manifiesta  preocupación por la poca  atención   que reciben en cuanto a  beneficios sociales,  ha trabajado siempre como contratado o subcontratado sin percibir  alguna  ayuda  que le permita  posteriormente   contar al menos con una pensión       


JESÚS REVILLA.  Cabureño de nacimiento, de fecha 28-04-1948.  Lo que ha aprendido del barro  es gracias al señor Chucho Coello, a quien conoce desde muy joven.
Actualmente vive en Los Claritos,  en el sector que se denominaba Cabudare.  Disfruta  el trabajo que ejecuta, desde siempre le ha  gustado trabajar  con barro  aunque a veces no le paguen  lo que en realidad cuesta la obra.  Aspira que todos los artesanos sean tomados en cuenta  en lo que respecta a mejorar  el aspecto social que  contempla su trabajo: cuota del seguro, oportunidad de pensionarse, y otros.
JOSÉ OLLARVES:   Coriano y vecino del  señor Chucho Coello.  Nacido en fecha 01-01-1968,  y trabaja con Chucho desde que tenía 17 años.  Empezó haciendo adobe, se siente satisfecho de trabajar con el barro, de poder aplicar los conocimientos que ha obtenido.  En algunas oportunidades ha  trabajado solo, sin el asesoramiento de  Chucho,  haciendo reparaciones a viviendas pequeñas, techos y otros detalles, sin embargo, dice “ No todas las personas saben valorar nuestro trabajo,  el pago es bueno   pero solamente   se recibe el sueldo como subcontratados”.
Según palabras del Maestro  Coello,  este alumno tiene un buen nivel de aprendizaje, por lo que  siempre lo mantiene  entre sus ayudantes.   
RUBÉN REYES:  nacido En Coro, el 04-11-1977.  Tiene 02 años trabajando con barro, y lo hace por que  le llamó la atención conocer este material  y el tipo de construcciones que  podía hacer.  También ha estado aprendiendo con el Señor Chucho Coello.
EMILIO GARMENDIA:  Coriano nacido en fecha 16-10-1969.  Tiene 15 años de conocimiento  y trabajo sobre el barro.  De la noche a la mañana le gustó esta técnica, considera que  “deberían hacer mas casas de barro”.  Económicamente le resulta  mejor trabajar por su cuenta que contratado, recibe mejor paga.     
ANGEL FERRER:   Es uno de los trabajadores más jóvenes.  Con la  técnica del barro tiene apenas 05 años y le satisface lo que ha aprendido;   sus conocimientos los  ha obtenido con el señor  Chucho  Revilla (ayudante de Chucho Coello).      Piensa que  “al trabajar con tus manos, le das mas valor  a lo que haces”.

JUAN REYES OLLARVES:   Oriundo de Coro,  del 01-06-1956.  Trabaja con el barro desde hace 15 años, su anterior  empleo  era de panadero.   Aprendió con el maestro
Chucho Coello.  Se siente bien pagado y reconocido su trabajo, aunque  esté contratado sin percibir ningún beneficio.
ALEXANDER GOITÍA:    Natural de Coro,  de fecha 14-09-1979.    En la obra que ejecutan  está encargado de madurar  la cal, según lo que ha aprendido de sus compañeros.  Lo reglamentario son 04 días, pero mientras mas tiempo pase, mucho mejor.  Se sintió motivado a conocer del trabajo del barro por la conformación de las casas  del centro histórico, pensaba que “algún día tendría la  oportunidad de trabajar allí”.  Este empleo le resulta satisfactorio.


MARTÍN RODRÍGUEZ:   Es Pedregalero,  pero trabaja y vive en Coro desde hace 29 años.  Su trabajo es de Entejador,  y según palabras de Chucho Coello, es el mejor que se consigue en la ciudad.  Aprendió este oficio con  el señor Valois Ramírez, en Pedregal.


ARQUITECTO JOSENNYA NOROÑO: Natural de  Paraguaná  pero se considera serrana  debido a que transcurrió su niñez en esta región.  Presta sus  servicios en la Oficina  de Atención  a Coro y La Vela, adscrita al IMP.   Siente apego  hacia el barro  debido a que  su familia vivía en   casas de barro, tanto  la  materna como la paterna, y ella creció  en ese entorno.  Recuerda que  la casa la reparaba un señor que le llamaban  Erasmito, por  lo pequeño de su estatura,  motivo  por el cual  ella le tomó confianza  hasta el punto que se metía en el pozo que el mencionado  hacía  para  efectuar dicha reparación y dirigir el trabajo.    A pesar de  que durante sus estudios  tuvo contacto con  el cemento, la tesis que elaboró  fue basada en el barro, y tuvo como escenario  el centro histórico de Santa Lucía, en Maracaibo.  Fue su reencuentro con este material.

En su imaginación está desarrollar  un programa que ella llama “Juguemos con el barro”, con la finalidad de despertar  en los  niños y jóvenes el sentido de  pertenencia, ayudarlos a que se identifiquen con  el barro y sus variedades.
Explica que el mantenimiento de  las casas de barro resultaría menos costoso si se aplicara  mas a menudo la limpieza, principalmente en los techos, que son los que  mas sufren  en tiempo de lluvia.   Decaen  las viviendas porque carecemos de la cultura  de mantenimiento,  un material va sustituyendo a otro precisamente por que  poco nos preocupamos  del sostenimiento  de las mismas.  Debemos fomentar en los mas jóvenes  el amor hacia estas construcciones. 
     
Glosario del barro, materiales correlacionados y de algunos de sus usos
                                                                                                                                                Por José Millet
Bahareque: Para los habitantes de la  Sierra de Coro,  bahareque significa barro mezclado con yerba. Voz taína que designa las paredes de palo. Bajareque es un americanismo que designa a una pared de barro con armazón de palos y cañas y,  en Cuba, una choza. Lisandro Alvarado en su obra Glosario de voces indígenas de Venezuela coloca la palabra bajareque y de inmediato la remite a la voz pajareque que identifica como un”vocablo antillano, casi siempre usado  en la expresión adverbial DE PAJAREQUE, para indicar  una construcción, cubierta o no,  en que nel techo descansa sobre palos clavados en el suelo, y las paredes  consisten en una armazón de madera englobada en barro y paja mezclados.” Obras Completas, tomo I, páginas 57 y 296.297
Barro: El barro o lodo, es una mezcla líquida o semilíquida de agua y tierra o sedimentaciones. Geológicamente hablando, el barro es una mezcla de agua y partículas de polvo y arcilla. Los depósitos de barro antiguos se endurecen con el paso del tiempo geológico hasta convertirse en lutita.
Un baño de barro, usualmente con ingredientes especiales, se usa por motivos de belleza, salud o placer.
Arcilla. (De argilla). f. Según el DRAE, la arcilla es  tierra finamente dividida, constituida por agregados de silicatos de aluminio hidratado, que procede de la descomposición de minerales de aluminio, blanca cuando es pura y con coloraciones diversas según las impurezas que contiene. || ~ de alfarero. f. La que, empapada en agua, da color característico, se hace muy plástica, y por calcinación pierde esta propiedad, se contrae y queda permanentemente endurecida. || ~ figulina. f. arcilla de alfarero.
Microsoft® Encarta® 2008. © 1993-2007 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
Arcilloso (a): Que tiene o abunda en arcilla o es semejante a ella.






¿Por qué no se caen las casas de barro de Coro, Patrimonio de la Humanidad, al cabo de más de cien años de haberse edificado?
                                                                Por José Millet
POLITICA ES PREVER.
No alcanzo a escribir el poema que me dicta el deber desde hace tres días en que he visto derrumbarse, gota a gota del barro milenario, la casa de barro donde estoy viviendo. Ubicada en el corazón de Coro, ciudad junto con el puerto La Vela de Coro, inscrita (1993) por la UNESCO en su lista famosa de Patrimonio de la Humanidad en virtud de constituir el patrimonio arquitectónico edificado en barro con el estilo más original y característico del Caribe, además de sus valores de patrimonio histórico. No lo he logrado escribirlo porque estoy bajo el trauma de haber visto venirse abajo muchas de esas casas que han sido y son íconos para la identidad regional, mucho tiempo enorgullecida de su amada ciudad mariana. Por tanto, levanto la vista ante el panorama de las lluvias que nos han bañado el rostro desde hace más de dos meses y me dispongo a comenzar este texto, continuidad de uno mayor publicado en la web, como un Cuaderno de Avances del Atlas Etnográfico cultural del Estado Falcón-Venezuela, en que venimos trabajando desde el Centro de Investigaciones Socioculturlaes que fundé y dirijo desde hace más de cinco años en el Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF)... Pero estas son reflexiones y afirmaciones para la discusión, enfocadas a un futuro trabajo asentado en una investigación de campo más rigurosa. Para mí está claro que Coro logrará mantener su condición patrimonial, si se toman las medidas que debieron adoptarse desde hace muchos años, cuando varios prestigiosos intelectuales, luchadores sociales tanto de Coro como de La Vela y también periodistas alertaron sobre lo que se nos podría venir encima si se dejaba que las situaciones que apuntaban desde mediados de los ochenta del siglo pasado siguieran su curso inexorable, según ha sido reflejada en la prensa regional estos días de crisis en rememoración de dichas advertencias. 

Mientras la Musa termina sus quehaceres en su Taller reservado a transmitirnos la verdad poética, adelanto unas breves notas para intentar responder la pregunta que le da título la presente comunicación. Al cabo de vivir alquilados en  la referida casa de la calle  Monzón número 69, entre Ampíes y Callejón Silva,  he sostenido entrevistas con artesanos y Maestros del Barro, con los poetas César Seco y Benito Mieses, con el bachiller Mario Aular, cronista del barrio La Guinea- Curazaito donde estuve viviendo un tiempo prolongado y al que le he dedicado buena parte de mis estudios de este quinquenio...y  la mayoría de mis interlocutores coincide en señalar que Coro es una ciudad de casas deshabitadas por sus dueños, que viven en Caracas, en otros Estados o fuera de Venezuela, poniéndole con su ausencia el aderezo indispensable para que se sitúen en riesgo de venirse al piso, por falta de ese elemento humano con que el barro se siente a plenitud de vida: el calor humano. La gente del barrio con que convivo en solares (sitios de recreación popular ubicados en casas de familia) y lunes de Bar Garúa, dicen que para el pensamiento oficial Patrimonio es el espacio abarcado por los límites de “cuatro calles” (sic)-- correspondiente al cacareado paralelogramo UNESCO—ubicadas en el mal denominado “casco histórico” de la ciudad, donde se invierte el recurso aprobado por el Ejecutivo nacional o regional, más el que supuestamente viene del exterior o de organismos internacionales, para mantener las casas de la antigua godocracia coriana sin ningún interés por parte de ésta en que no sea mantener bien una propiedad personal, tal vez de caras a que engorde su valor monetario con los altibajos de la oferta y la demanda y obtener pingues ganancias en una venta futura. En estos días de luto por la cantidad de casas de barro que se han derrumbado a consecuencia de las prolongadas e intensas lluvias, el escritor y pintor Benito Mieses me habló de la capital del Estado Falcón  en términos de una “ciudad fantasma...”
La casa referida que habitábamos, perteneció a la familia del célebre periodista coriano Gonzalo Márquez Yánez, y nos cuenta una de sus hijas que es su titular actual, que fue construida hace más de cien años por un Maestro Artesano del barro, que falleció hace poco más de 20 años. Me arriesgo a adelantar que se derrumbó por los siguientes motivos: 1.- Principal: el vecino de la casa contigua construyó un muro de bloques de cemento, dejó un pasillo de unos centímetros entre las dos casas por donde penetró y penetra el agua a la casa nuestra, intensificada durante estas últimas semanas, socavando la bases que hizo venirse abajo la estructura, muros del zaguán de entrada y de la saleta principal y las restantes paredes; 2.- Falta de mantenimiento preventivo y de reparación eficaz y oportuna por parte de los organismos oficiales, como el IPC, encargados de esta importante función; 3.- Falta de conocimiento de sus propietarios, herederos del mencionado periodista, de los saberes del barro, lo que los llevó a ponerse en manos de artesanos que hicieron trabajos de reparación chimbos (mal hechos) 4.- La vivienda permaneció cerrada cerca de año y pico, después de la muerte de la madre de la especialista en Medicina Integral General, Dra. Rebeca Véliz, familiar suyo que la habitaba en compañía de una sobrina; 5.- Los techos fueron acomodados mal durante la última “reparación” de la cual tomamos registro gráfico, lo que porovocó filtraciones al maderamen y a la estructura de cañizo, que hizo desprender el pañote  del techo y filtrar las estructuras de bloques de adobe con que están construidos las paredes...

Esta causa de los vecinos cercanos que dejan estos pasillos entre casas contiguas, se repite en varias viviendas visitadas, como la de mi vecino, el actor de teatro y cine Alfredo Medina, quien acomete hoy con dinero de sus aguinaldos la reparación de las nefastas consecuencias acarreadas por esta situación irresponsable agravada por el mal tiempo, igual que lo está haciendo la mencionada médico de Barrio Adentro que nos alquiló su vivienda. Pero la cosa suele complicarse al extremo de tratarse de inmuebles que son íconos de la cultura de la región coriana y de toda Venezuela, como es el caso de la Casa de la Poesía de Falcón, situada en la calle Comercio entre Garcés y Buchivacoa. Es bueno decir que esta institución pertenece al Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF), fue legalizada en el 2002 como una Fundación durante el gobierno del Lic. Jesús Montilla y es fruto de una dura y prolongada lucha de los poetas y escritores del patio, liderados por el entrañable hermano, poeta y narrador, César Seco y lleva el nombre de uno de los intelectuales de más renombre nacional:  José Rafael Álvarez, autor de la novela Cita con duendes. La Casa además de ha sido sede de 7 ediciones de la Bienal Internacional Elías David Curiel, a los que han asistido los escritores más representativos de las letras venezolanas de hoy en día...
Los escombros de la casa de al lado que se derrumbó están minando los cimientos de esta venerable institución cultural que posee una biblioteca de literatura regional y los fondos de la poetisa revolucionaria Lidda Franco Farías, entre otros no menos valiosos documentos. Uno de los muros caídos en la casa de al lado está hiriendo el lateral de la Poesía...En fin, echemos un vistazo a las gestiones hechas al Instituto de Patrimonio Cultural y ante otros organismos para que tomaran cartas en el asunto en el momento oportuno en que el problema se empezaba a manifestar: se repite la historia de la desidia de los organismos que no dan respuesta o guardan el silencio cómplice desde sus poltronas burocráticas, a pesar de las innumerables gestiones que se han hecho desde hace varios años, según documentos que obran en archivo y el testimonio del propio César Seco, según lo he podido comprobar “en vivo y en directo”: ?dejaremos morir otra institución cultural más?
Esperemos que la Casa de la poesía no corra la misma suerte del Museo de Arte Alberto Henríquez, incluida la habitación donde funcionaba la sinagoga...; de lo que quedaba del antiguo Ateneo de Coro (no la sede del actual); de las sedes de los registros subalternos y del Archivo Histórico Regional, bajo la custodia de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, seriamente dañado y con riesgo de que su valiosa documentación la perdamos para siempre... Mientras, seguimos insistiendo ante los mencionados entes que nos dicen que van a ir mañana y ni envían un mensaje de texto para excusarse o dar una explicación... 

Basado en los estudios que estamos realizando desde hace varios años y los contactos diarios don los Maestros Artesanos de Coro, señalé en la entrevista que me hicieron comunicadores de periódicos locales que no existe una verdadera Escuela de Estudios Superiores enfocados al barro, a la transferencia de los saberes ancestrales heredados por el reducidísimo número de estos Maestros Artesanos que nos quedan en la ciudad y en el Estado. Si bien el IUTAG y la Escuela Taller de oficios han venido dándole seguimiento a estos estudios, lo hacen de manera desarticulada, igual que otros centros de educación universitaria; no existe la real transferencia de estos saberes de los mayores a los artesanos y quienes habitualmente reparan estas casas lo hacen sin este nivel de dominio de experiencia y calificaciones técnicas. En nuestras entrevistas con Maestros y artesanos del barro, lo hemos comprobado fehacientemente desde hace varios años, tal y como lo hemos publicado en la web y lo tenemos preparado en el cuaderno de Avances del Atlas Etnográfico del Estado Falcón dedicado al tema. Se carece, o al menos en incompleta en su aplicación, de una política de atención a las casas de barro de los barrios y las urbanizaciones donde este tipo de construcciones son predominantes. Hay que preparar a la sociedad organizada en consejos comunales acerca de esta temática.

Queda por responder la pregunta: por qué no se han caído la mayoría de las casas de barro de Coro? Por el cariño de sus moradores, dueños o no, que están atentos a los detalles por donde se cuela el diablo, han seguido dándole mantenimiento preventivo y le aplican los correctivos a sus casas tan pronto como aparecen. El amor a sus bienes patrimoniales les pone el calor que el barro exige para mantenerse vivo y ser parte de la familia que lo usó para construir un espacio de intimidad y dedicación consecuentes .Al convertirse en parte del patrimonio transmitido de generación en generación, esos saberes ancestrales son usados convenientemente en los ciclos pluviométricos conocidos, según nos lo hizo patente Mario Aular, quien nos aleccionó largamente acerca del proceder de su padre con la vivienda patrimonial que resistió el embate del tiempo y de las inclemencias de la Naturaleza, sin que sus estructuras cedieran. Como esa casa ubicada en un barrio humilde de Coro, hay miles en el resto de la ciudad, en sus parroquias foráneas y en el Estado Falcón en su conjunto, donde predominan...Es tema sobre el cual seguiremos reflexionando y escribiendo, con la intención de suscitar una discusión productiva para todos, en razón de que, de no introducirse los cambios en este momento, los daños serán realmente irreparables en un futuro inmediato.

De las situaciones extremas, como la que estamos atravesando en nuestro Estado, hay que sacar experiencias positivas, una de ellas se refiere al patrimonio edificado en barro y los saberes que atesoran los mencionados Maestros, quienes están siendo atendidos últimamente por los los organismo oficiales encargados por ley del asunto, pero el tiempo ha pasado y la muerte ronda en cualquier esquina. hay que hacerlo sistemáticamente y usarlos como docentes para que formen facilitadores que preparen a la sociedad en el uso adecuado del barro, visiten las escuelas, preparen a los educandos en los valores que entraña este patrimonio en riesgo de perderse definitivamente si no adoptamos oportunamente las acciones contundentes en el momento oportuno, no nen medio de la tormenta que se nos ha echado encima. Espero que nuestro cuadernos de Avances del barro al fin halle algún oído receptivo para que sea publicado y llevado a las escuelas y familias corianas,  de todo el Estado y Venezuela; mientras, puede ser consultado en la web, donde lo colocamos hace mucho, mucho tiempo.

Coro, 2010.XII.09

. Texto original que escribí bajo  el impacto emocional de la casa de barro que casi se nos vino encima en la calle Monzón, entre las calles Ampies y Callejón Silva…y fue publicado en mi cuenta de la red social Facebook (https://www.facebook.com/note.php?saved&&note_id=176222389072200) el día viernes nueve de diciembre del año 2010, donde el poeta y narrador  Cesar Seco escribió el siguiente comentario:
Ah mundo Coro! Sólo queda novelarla. En “Con los zapatos puestos” el libro de Luis Alfonso Bueno se nos invita a hacerlo. Como Praga, como Dublin es una ciudad que es toda poesía... pero nadie entra en cuenta de ello, unos viven en un pasado detenido y otros corren desaforados a un “progreso” que no termina de llegar. Su siempre dolido barro que ahora se derrumba sólo puede resucitar en el insuflado aliento de la poesía... pero una cosa es cierta, en algunos casos vale distanciarse de la ciudad (no de sus gentes) para poder novelarla con la verdadera poesía que de ella emana. Ella te aplasta o te ofrece sus engañosas dádivas oficiales para las que siempre debes tener la entereza de no tomar, porque allí si te liquidan antes que te mueras en la fatuidad de los aplausos.







INDICE

Presentación a cargo del editor del Atlas Etnográfico del Estado Falcón, Lic. José Millet
I.- Lengua del barro: La historia contada por las casas.
Historias de Barro, Casas de Vida
Maestros Artesanos del Barro, Coro y La Vela.
MEMORIAS DEL BARRO
II.- MEMORIAS DEL BARRO
La teja, los tejares.
Escuela del barro….
El barro: resistencia.
La historia de las casas de barro contadas por los artesanos
El Coro de los ricos y los pobres.
Ambientes del Coro de ayer.
Costumbres, normas y valores.
Hablan las casas.
El Bahareque
Del barro de los pobres a . . .
De corianos y de barro
Técnicas constructivas en la ciudad de Coro
Artesanía
III.- ACERCA  DEL BARRO.
CONVERSACIÓN CON EL  MAESTRO  JESUS “CHUCHO” COELLO
(TRABAJO DE INVESTIGACIÓN REALIZADO POR ENNA ZAVALA, JOSÉ MILLET Y  LAS PASANTES DE LA UNEFA  NORELI CALATAYUD Y CAROLINA  SUÁREZ.)
ALUMNOS Y  AYUDANTES DEL MAESTRO “CHUCHO COELLO”.
Glosario del barro, materiales correlacionados y de algunos usos.
IV- PROCESOS PRODUCTIVOS
Casa de Bahareque Coriano (Yayo García)
Revestimiento de Paredes
Elaboración bloques de Adobe
Vida Cotidiana de Chucho Coello
Vida Cotidiana de Chucho Morillo
Vida Cotidiana de Eduardo Guanipa
V.- Anexo:? Por qué no se caen las casas de barro en Coro y Falcón?, por José Millet
VI.- Fuentes orales y documentales consultadas
VII.- Ficha de los autores































Ficha de los autores

José Millet (Cuba, 1949_) Escritor y antropólogo, se desempeña como jefe-fundador del Centro de Investigaciones Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón, en el que elabora el Atlas Etnográfico del Estado Falcón, del que forma parte la presente publicación.  Premio nacional  otorgado por el Ministerio de Cultura de la República de Cuba por el libro El vodú en Cuba, originalmente publicado en República Dominicana en el 1992 y luego, en 1998, en Santiago de Cuba, donde graduó en la carrera de Letras y trabajó como docente en la Universidad de Oriente. Fue uno de los creadores en 1982 de la Casa del Caribe, institución catalogada como Centro de Investigaciones por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y medio ambiente..

Enna Zavala Medina (Coro, 1956) TSU en turismo. Se desempeña como miembro del equipo  de estudio del Centro de Investigaciones Socioculturales del INCUDEF, en el que trabaja en la elaboración del Atlas Etnográfico del Estado Falcón.






















Fuentes orales y documentales consultadas en la presente publicación:
Orales
Entrevistas, conversaciones y recorridos por Coro, La Vela y el Estado Falcón hechas a o en compañía con los Maestros del barro Jesús Chucho Coello, Jesús Chucho Morillo, Eduardo Guanipa, Yayo García y numerosos artesanos del barro. También con el croniusta comunitario del barrio Curazaito, Lic. Mario Aular Chirinos.
Documentales, bibliográficas y digitales
Alvarado, Lisandro: Obras completas. Caracas, Fundación la Casa de Bello, 1984.
Archivos del Centro de Investigaciones Socioculturales del INCUDEF y del Instituto de Patrimonio Cultural del Estado Falcón.
Atlas de tradiciones venezolanas. Caracas, Fundación Bigott, sin fecha.
Atlas Etnográfico del Estado Falcón. Volumen I, Fiestas y tradiciones culturales, en el web site http://issuu.com/incudef/docs/atlas_etnografico_del_estado_falcon_para_la_web_
Catálogos del patrimonio cultural venezolano. Caracas, Instituto de Patrimonio cultural, 2004 y 2005.  
Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO: http://whc.unesco.org/
Pequeño Larouss ilustrado.  Paris, Editorial Larousse. 1964.